Page 147 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
P. 147

Tathagatha le devolvió la sonrisa, y ella pareció, en aquel


        momento, fruncir casi el ceño.

           –Es una dimisión, querida –afirmó–. Esta vez perdiste.

           Ella pareció asentir.


           –Estoy complacido de haber conseguido tantas cosas en

        tan poco espacio de tiempo –prosiguió él–. Pero aunque tú


        hubieras  tenido  éxito,  vieja  muchacha,  te  hubiera  repor‐

        tado pocos beneficios. Ahora ya es demasiado tarde. He

        iniciado  algo  que  no  puedes  deshacer.  Demasiados  han


        oído las antiguas palabras. Pensaste que estaban perdidas,

        y así lo pensé yo también. Pero los dos estábamos equivo‐

        cados.  La  religión  por  la  que  gobiernas  es  muy  antigua,


        diosa, pero mi protesta es también la de una venerable tra‐

        dición. Así que llámame protestante, y recuerda, ahora soy


        más que un hombre. Buenas noches.

           Abandonó el templo y la capilla de Kali, donde los ojos

        de Yama habían permanecido fijamente clavados en su es‐


        palda.






           Pasaron muchos meses antes de que ocurriera el milagro,

        y cuando se produjo, no pareció un milagro, porque había

        ido creciendo lentamente a su alrededor.


           Rild, que había venido del norte cuando los vientos pri‐

        maverales soplaban por todo el paisaje, llevando la muerte


        en su brazo y el fuego negro en sus ojos, Rild, el de las cejas

        blancas y orejas puntiagudas habló una tarde, después de

        que hubiera pasado la primavera, cuando los largos días




                                                                                                             147
   142   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152