Page 152 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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más inofensivo de los hombres, y tu doctrina la más gentil
de todas. ¿Qué mal puedes causarles?
Tathagatha se volvió hacia otro lado.
En aquel momento, con un poderoso batir del aire y un
entrecortado grito de su pico abierto, el Pájaro Gañida se
alzó una vez más por encima de las colinas. Esta vez no
trazó un círculo sobre la ciudad, sino que trepó hasta gran
altura en los cielos y aleteó hacia el norte. Tan grande fue
su velocidad que desapareció en cuestión de un instante.
–Su pasajero ha desmontado y se ha quedado atrás –su‐
girió Sugata.
El Buda se adentró en el bosquecillo púrpura.
Vino de detrás de las colinas rocosas, caminando.
Llegó a un paso entre las rocas, y siguió el sendero, y sus
botas de piel roja no producían el menor ruido en el suelo
de roca.
Ante él se oía rumor de agua: un riachuelo cortaba su ca‐
mino. Echándose sobre los hombros su capa color sangre,
avanzó girando un recodo en el sendero; la empuñadura
rubí de su cimitarra resplandeció en su faja carmesí.
Rodeó el recodo de piedra y se detuvo.
Alguien aguardaba allí al frente, de pie junto al tronco
que cruzaba el arroyo.
Sus ojos se entrecerraron por un instante, luego siguió
avanzando.
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