Page 142 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
P. 142
–No tengo necesidad de moverme ni de actuar. Todas las
cosas vienen a mí. Si hay que hacer algo, eres tú quien ten‐
drá que hacerlo.
–No comprendo.
–También sé eso.
El hombre miró a las sombras encima de su cabeza.
–Probaré de comer ahora –anunció.
Tathagatha le trajo caldo y pan, que el otro consiguió tra‐
gar. Luego bebió más agua, y cuando hubo terminado es‐
taba respirando pesadamente.
–Has ofendido al Cielo –afirmó.
–Soy consciente de ello.
–Y has ultrajado la gloria de una diosa cuya supremacía
aquí no ha sido disputada nunca.
–Lo sé.
–Pero te debo mi vida, y he comido tu pan...
No hubo respuesta.
–Debido a ello, debo romper uno de los votos más sagra‐
dos –terminó Rild–. No puedo matarte, Tathagatha.
–Entonces le debo mi vida al hecho de que tú me debes la
tuya. Consideremos las deudas vitales equilibradas.
Rild lanzó una seca risita.
–Que así sea –dijo.
–¿Qué vas a hacer, ahora que has abandonado tu misión?
–No lo sé. Mi pecado es demasiado grande para permi‐
tirme regresar. Ahora yo también he ofendido al Cielo, y la
diosa volverá su rostro de mis plegarias. Le he fallado.
142

