Page 160 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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color rojo sangre de Yama golpearon el suelo a su orilla del
arroyo. Echó a un lado la capa y alzó la guardia, parando
el nuevo ataque de Yama. El terreno tras él era cuesta
arriba, y fue retrocediendo más y más, hasta donde se hacía
más empinado, de modo que la cabeza de Yama estaba
ahora a la altura de su cinturón. Entonces lanzó un golpe
hacia abajo contra su oponente. Yama ascendía penosa‐
mente la cuesta.
–Dios de la muerte, dios de la muerte –salmodió–, dis‐
culpa mi presuntuosa pregunta, y dime que no has men‐
tido.
–Pronto lo sabrás –dijo Yama, lanzando un tajo contra sus
piernas.
Luego lanzó un golpe que hubiera atravesado a otro
hombre, ensartando su corazón. Pero la hoja resbaló sobre
el pecho de su oponente.
Cuando llegó a un lugar donde el terreno era acciden‐
tado, el hombre vestido de negro pateó y pateó, enviando
una lluvia de polvo y grava contra su adversario. Yama se
protegió los ojos con la mano izquierda, pero entonces em‐
pezaron a lloverle piedras más grandes. Éstas rodaron por
el suelo, algunas se metieron bajo sus botas, perdió pie y
cayó, resbalando hacia atrás ladera abajo. Entonces el otro
pateó rocas más grandes, desprendiendo incluso una pie‐
dra de respetables dimensiones, y siguió la avalancha la‐
dera abajo, con el arma alzada.
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