Page 165 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Comió lentamente, sin prestar una atención especial a la


        comida, y cuando hubo terminado fue introducido el co‐

        merciante.

           El hombre llevaba una capa llena de muestras, y de entre


        todas ellas se decidió finalmente por una espada larga y

        curvada y una daga corta y recta; metió ambas en su faja.


           Luego salió al anochecer y echó a andar por la calle prin‐

        cipal,  señalada  con  profundas  roderas.  Los  amantes  se

        abrazaban en los portales. Pasó junto a una casa donde las


        plañideras lloraban por alguien muerto. Un mendigo cojeó

        tras él durante media manzana, hasta que se volvió y le

        miró a los ojos, diciendo: «No eres cojo», y entonces el hom‐


        bre se apresuró a alejarse, perdiéndose en la multitud. So‐

        bre su cabeza empezaron a estallar los fuegos de artificio,


        iluminando el cielo, enviando largas estelas color cereza de

        vuelta al suelo. Del Templo le llegó el sonido de los cuernos

        de calabaza tocando la música nagaswaram. Un hombre sa‐


        lió tambaleándose de un portal, rozándole, y le rompió la

        muñeca  cuando  sintió  su  mano  deslizarse  dentro  de  su

        bolsa.  El  hombre  lanzó  una  maldición  y  gritó  pidiendo


        ayuda, pero lo empujó a una zanja de desagüe y siguió ca‐

        minando, alejando a sus dos compinches con una torva mi‐

        rada.


           Finalmente llegó al Templo, dudó un momento y entró.

           Pasó al patio interior tras un sacerdote que llevaba una


        pequeña estatua de un nicho exterior.










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