Page 169 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–¡Por Kali, claro que sí! –dijo el otro–. Pero sólo una pe‐
queña.
Acompañó al sacerdote al edificio central y descendieron
un tramo de escaleras hasta el sótano, donde fue abierto un
barril de soma y servidos dos vasos.
–Por tu salud y larga vida –dijo, alzando el suyo.
–Por tus mórbidos patronos... Yama y Kali –dijo el sacer‐
dote.
–Gracias.
Apuraron el potente brebaje, y el sacerdote sirvió dos va‐
sos más.
–Para proteger tu garganta contra la noche.
–Muy bien.
–Es una buena cosa ver a algunos de esos viajeros mar‐
charse –dijo el sacerdote–. Sus devociones han enriquecido
el Templo, pero también han agotado considerablemente
al personal.
–¡Por la partida de los peregrinos!
–¡Por la partida de los peregrinos!
Bebieron de nuevo.
–Creo que la mayoría de ellos han venido a ver al Buda –
dijo Yama.
–Eso es cierto –respondió el sacerdote–. Pero, por otra
parte, tampoco se muestran ansiosos de enemistarse con
los dioses de aquí. Así que, antes de visitar el bosquecillo
púrpura, generalmente hacen algún sacrificio u ofrecen al‐
guna donación al Templo para plegarias.
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