Page 166 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Examinó el patio, luego avanzó rápidamente hacia el lu‐


          gar ocupado por la estatua de la diosa Kali. La estudió du‐

          rante largo rato, extrayendo su hoja y colocándola a sus

          pies. Cuando la recogió y volvió a guardarla, vio que el sa‐


          cerdote estaba observándole. Le hizo una inclinación de ca‐

          beza, y el hombre se acercó inmediatamente y le dio las


          buenas noches.

             –Buenas noches, sacerdote –respondió.

             –Que Kali santifique tu hoja, guerrero.


             –Gracias. Lo ha hecho.

             El sacerdote sonrió.

             –Hablas como si lo supieras a ciencia cierta.


             –Y eso es presuntuoso por mi parte, ¿no?

             –Bueno, puede que no sea de muy buen gusto.


             –Sea como sea, sentí su poder fluir sobre mi mientras con‐

          templaba su altar.

             El sacerdote se estremeció.


             –Pese a mi oficio –afirmó–, ésa es una sensación de poder

          de la que puedo prescindir.

             –¿Temes su poder?


             –Digamos –murmuró el sacerdote– que, pese a su magni‐

          ficencia, la capilla de Kali no es tan frecuentemente visitada

          como las de Lakshmi, Sarasvati, Shakti, Sítala, Ratri y las


          demás diosas menos formidables.

             –Pero ella es más grande que todas ésas.


             –Y más terrible.

             –¿Realmente? Pese a su fuerza, no es una diosa injusta.

             El sacerdote sonrió.




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