Page 171 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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El hombre no pareció haberle oído.
–¿Dónde está?
El hombre no respondió.
Se inclinó hacia delante y miró a los semicerrados ojos del
monje. Por un momento lo taladró con su mirada, pero era
como si el otro estuviera dormido, porque los ojos ni si‐
quiera se cruzaron con los suyos.
Entonces alzó la voz, de modo que todos los que estaban
en el bosquecillo pudieran oírle.
–He venido a ver a Tathagatha, el Buda –dijo–. ¿Dónde
está?
Era como si se hubiera dirigido a un campo de piedras.
–¿Pensáis ocultarle de esta manera? –exclamó–. ¿Creéis
que siendo muchos, y yendo todos vestidos igual, y no res‐
pondiéndome, no lo voy a encontrar entre vosotros?
Solamente se escuchaba el suspiro del viento pasando por
entre las ramas del bosquecillo. La luz osciló y las frondas
púrpuras se agitaron.
Se echó a reír.
–En esto puede que tengáis razón –admitió–. Pero ten‐
dréis que moveros en un momento u otro, si tenéis inten‐
ción de seguir viviendo, y puedo esperar tanto como cual‐
quier otro hombre.
Con esto se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en
la corteza azul de un alto árbol, la espada cruzada sobre
sus rodillas.
Inmediatamente se vio invadido por la somnolencia. Su
cabeza cayó y se alzó sobresaltada varias veces. Luego su
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