Page 177 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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El Ángel Azul se volvió, montó en su corcel azul y ca‐


        balgó hacia el sur, con los kumbhandas tras él. El sonido de

        la música no se fue con él, sino que permaneció en el aire

        que había ocupado.


           Yama avanzó una vez más, con la espada en la mano.

           –Sus esfuerzos no han servido de nada –dijo–. Tu hora ha


        llegado.

           Golpeó con su espada.

           El golpe no alcanzó su destino, sin embargo, porque una


        rama del gran árbol cayó entre ellos y le arrancó la cimita‐

        rra de la mano.

           Se agachó a recogerla y la hierba se apresuró a cubrirla,


        entretejiéndose entre sí hasta formar una densa e impene‐

        trable red.


           Maldiciendo, extrajo su daga y golpeó de nuevo.

           Una poderosa rama se inclinó y se interpuso oscilando

        ante su blanco, de modo que la hoja se enterró profunda‐


        mente en sus fibras. Luego la rama se alzó de nuevo hacia

        el cielo, llevándose el arma con ella, muy arriba, fuera de

        su alcance.


           Los ojos del Buda estaban cerrados en meditación, y su

        halo brillaba en la sombra.

           Yama dio un paso adelante, alzó las manos, y las hierbas


        se  entrelazaron  en  torno  a  sus  tobillos,  sujetándolo  allá

        donde estaba.


           Se debatió por un momento, tirando de las resistentes raí‐

        ces. Luego se detuvo en sus intentos y alzó ambas manos,

        echó la cabeza hacia atrás y la muerte brotó de sus ojos.




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