Page 182 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–No lo sé. Solamente sé que tuvo que ser como he dicho,


          porque le conocía. He escuchado demasiado a menudo sus

          sermones, sus sutiles parábolas, para creer que haría una

          cosa como aquélla sin una finalidad. Has matado al autén‐


          tico Buda, dios de la muerte. Tú sabes quién soy yo.

             –Siddhartha –dijo Yama–. Sé que eres un fraude. Sé que


          no eres un Iluminado. Me doy cuenta de que tu doctrina es

          algo que puede ser recordado por cualquiera de los Prime‐

          ros.  Elegiste  resucitarla,  pretendiendo  ser  su  originador.


          Decidiste difundirla, con la esperanza de alzar una oposi‐

          ción a la religión por la cual gobiernan los auténticos dio‐

          ses. Admiro el esfuerzo. Fue ingeniosamente planeado y


          ejecutado. Pero tu error más grande, creo, es que elegiste

          un credo pacifista para oponerte a uno activo. Siento curio‐


          sidad respecto a por qué lo hiciste así, cuando había mu‐

          chas otras religiones mucho más apropiadas entre las que

          escoger.


             –Quizá simplemente me sentía curioso por ver cómo fun‐

          cionaría una contracorriente así –respondió el otro.

             –No, Sam, no es eso –respondió Yama–. Tengo la sensa‐


          ción de que solamente es parte de un plan más grande que

          has trazado, y que durante todos esos años, mientras pre‐

          tendes ser un santo y predicar sermones en los que no crees


          realmente, has estado maquinando otros planes. Un ejér‐

          cito, grande en espacio, puede ofrecer oposición durante


          un breve espacio de tiempo. Un hombre, breve en espacio,

          puede difundir su oposición a lo largo de un periodo de







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