Page 172 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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barbilla terminó descansando sobre su pecho, y empezó a


          roncar.

             Estaba caminando, cruzando una llanura verdeazulada,

          y la hierba se inclinaba ante el para formar un sendero. Al


          extremo de aquel sendero había un enorme árbol, un árbol

          como no crecía ninguno en el mundo, sino que más bien


          mantenía al mundo unido con sus raíces, y cuyas ramas se

          alzaban hacia el cielo para esparcir sus hojas entre las es‐

          trellas.


             En su base se hallaba sentado un hombre, con las piernas

          cruzadas, una ligera sonrisa en los labios. Sabía que aquel

          hombre era el Buda, y se acercó y se detuvo frente a él.


             –Mis saludos, oh Muerte –dijo el hombre sentado, coro‐

          nado con una aureola rosada que brillaba a las sombras del


          árbol.

             Yama no respondió, sino que extrajo su hoja.

             El Buda siguió sonriendo, y cuando Yama avanzó oyó un


          sonido como distante música.

             Se detuvo y miró a su alrededor, con la hoja aún levan‐

          tada.


             Procedentes de los cuatro puntos cardinales, los cuatro

          Regentes del mundo bajaron del monte Sumemu: el Maes‐

          tro del Norte avanzó, seguido por sus yakshas, todos ves‐


          tidos de oro, montados sobre caballos amarillos, llevando

          escudos que resplandecían con luz dorada, el Ángel del Sur


          avanzó también, seguido por sus huestes, los kumbhandas,

          montados sobre corceles azules y llevando escudos zafiro,

          del este avanzó el Regente cuyos jinetes llevaban escudos




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