Page 184 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Por lo que has dicho, tu muerte no va a ser una muerte
limpia.
–¿Por qué? Sólo te hice una pregunta que desde hace
tiempo tiene que haber cruzado por muchas mentes, ade‐
más de la mía. No me ofendí cuando me llamaste falso
Buda. Sé que lo soy. ¿Quién eres tú, dios de la muerte?
Yama metió la espada en su faja y extrajo una pipa, que
había comprado en la posada aquel mismo día. Llenó su
cazoleta de tabaco, la encendió y fumó.
–Es obvio que debemos hablar un poco más, aunque sólo
sea para aclarar nuestras dos mentes de cuestiones –
afirmó–, así que voy a ponerme cómodo. –Se sentó sobre
una roca baja–. Primero, un hombre puede ser en algunos
aspectos superior a sus compañeros y pese a todo servirles,
si juntos sirven a una causa común que es mayor que la de
cualquier hombre. Creo servir a esa causa, o de otro modo
no estaría haciendo esto. Doy por sentado que tú sientes
del mismo modo con relación a lo que estás haciendo, o de
otro modo no llevarías esta vida de miserable ascetismo,
aunque observo que no estás tan flaco como tus seguido‐
res. Hace algunos años te fue ofrecida la divinidad en
Mahartha, según recuerdo, y te burlaste de Brahma, devas‐
taste el Palacio del Karma y llenaste todas las máquinas de
oración de la ciudad con monedas falsas...
El Buda dejó escapar una risita. Yama se le unió breve‐
mente en su risa y prosiguió:
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