Page 186 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
P. 186
–Pero tú sí podrías, ¿no? Si pudieras hacerlo impune‐
mente. Si nadie supiera que era el Buda quien lo había he‐
cho.
–Quizá –dijo el otro–. Como sabes, las fuerzas y debilida‐
des personales de un líder no son un auténtico indicativo
de los méritos de su causa.
Yama dio una chupada a su pipa. El humo se enroscó en
torno a su cabeza y se perdió uniéndose a la neblina, que
empezaba a espesarse ahora junto al suelo.
–Sé que estamos solos aquí, y que tú estás desarmado –
dijo Yama.
–Estamos solos aquí. Mi equipaje está oculto más allá del
camino.
–¿Tu equipaje?
–Ya he terminado aquí. Has supuesto correctamente. He
iniciado lo que me había propuesto iniciar. Cuando haya‐
mos terminado nuestra conversación, me iré.
Yama rió suavemente.
–El optimismo de un revolucionario siempre despierta
un sentimiento de maravilla ¿Cómo te propones irte? ¿So‐
bre una alfombra mágica?
–Me iré como se van los demás hombres.
–Eso es más bien condescendiente por tu parte. ¿Se alza‐
rán todos los poderes del mundo para defenderte? No veo
ningún gran árbol para protegerte con sus ramas. No hay
ninguna hierba lista para agarrarse a mis pies. Dime cómo
conseguirás marcharte.
–Te sorprendería un tanto.
186

