Page 187 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
P. 187

–¿Qué me dices si luchamos? No me gusta matar a un


        hombre desarmado. Si tienes realmente un equipo guar‐

        dado en algún lugar cerca, ve a buscar tu espada. Es mejor

        eso que ninguna posibilidad. He oído decir incluso que el


        Señor Siddhartha era, en sus días, un formidable espada‐

        chín.


           –Gracias, pero no. En otra ocasión, quizá. Pero no ahora.

           Yama dio otra chupada a su pipa, se estiró y bostezó.

           –Entonces no puedo pensar en más preguntas que desee


        hacerte. Es inútil discutir contigo. No tengo nada más que

        decir. ¿Hay alguna otra cosa que desees añadir a la conver‐

        sación?


           –Sí –dijo Sam–. ¿A qué se parece esa perra de Kali? Hay

        tantos  informes  diferentes  que  estoy  empezando  a  creer


        que es todo para todos los hombres...

           Yama dejó caer la pipa, que golpeó su hombro y envió

        una lluvia de chispas bajando por su brazo. Su cimitarra


        fue un brillante destello sobre su cabeza cuando saltó hacia

        delante.

           Cuando alcanzó la región arenosa que se extendía delante


        de la roca, sus movimientos se vieron detenidos. Estuvo a

        punto de caer, se retorció perpendicularmente y consiguió

        mantener el equilibrio. Se debatió, pero no consiguió mo‐


        verse.

           –Algunas arenas movedizas –dijo Sam– son más rápidas


        que  otras.  Afortunadamente,  ahora  te  hallas  en  unas  de

        tipo lento. Así que todavía te queda bastante tiempo a tu







                                                                                                             187
   182   183   184   185   186   187   188   189   190   191   192