Page 203 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Esa facilidad con los juramentos no es la cualidad más


        tranquilizadora en un trato. Y tu fuerza es también tu de‐

        bilidad en cualquiera de ellos. Eres tan fuerte que eres in‐

        capaz de garantizarle a otro él poder de controlarte. No po‐


        sees dioses por los que jurar. Lo único que honras son las

        deudas de juego, y no hay base para jugar a nada aquí.


           –Tú posees el poder de controlamos.

           –Individualmente, quizá. Pero no colectivamente.

           –Es  un  problema  difícil  –dijo  Taraka–.  Daría  cualquier


        cosa por conseguir mi libertad..., pero todo lo que poseo es

        poder, puro poder, algo esencialmente intransmisible. Una

        fuerza más grande podría dominarlo, pero ésa no es la res‐


        puesta. No sé realmente cómo darte una seguridad satis‐

        factoria de que mantendré mi promesa. Sí yo fuera tú, por


        supuesto que no me creería.

           –Es un auténtico dilema. Así que te liberaré..., sólo a ti,

        para que visites el Polo y observes las defensas del Cielo.


        En tu ausencia, estudiaré más a fondo el problema. Tú haz

        lo mismo, y quizá a tu regreso podamos llegar a un arreglo

        equitativo.


           –¡Aceptado! ¡Libérame de esta cárcel!

           –Observa mi poder, Taraka –dijo–. Del mismo modo que

        te até, ahora te libero... ¡así!


           La llama saltó fuera de la pared.

           Rodó con la forma de una bola de fuego y giró por todo


        el pozo como un cometa; ardía como un pequeño sol, ilu‐

        minando la oscuridad; cambiaba de color mientras iba de







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