Page 199 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Empezó a bajar por el sendero que recorría la pared del


        pozo, y pudo sentir el azote del calido aire que brotaba de

        sus profundidades. Aquel sendero era artificial. Uno podía

        darse cuenta de ello, pese a su tosquedad. Era precario y


        estrecho; estaba cuarteado en muchos lugares, y en algunos

        puntos los escombros se habían acumulado en él. Pero su


        firme inclinación hacia abajo hablaba del hecho de que ha‐

        bía un esquema y una finalidad en su existencia.

           Avanzó cuidadosamente por el sendero. A su izquierda


        estaba la pared. A su derecha no había nada.

           Tras lo que pareció una eternidad y media, divisó un pe‐

        queño parpadeo de luz muy lejos a sus pies, colgando en


        medio del aire.

           La curvatura de la pared, sin embargo, fue desviando len‐


        tamente su camino, de modo que la luz dejó de colgar en la

        distancia, situándose debajo de él y ligeramente a su dere‐

        cha.


           Otro giro del sendero la colocó directamente frente a él.

           Cuando pasó junto al nicho en la pared donde estaba alo‐

        jada la llama, oyó una voz dentro de su mente que excla‐


        maba:

           –¡Libérame, maestro, y pondré el mundo a tus pies!

           Pero apresuró el paso, sin mirar siquiera al casi rostro que


        albergaba la abertura.

           Flotando en el océano de oscuridad que se extendía bajo


        sus pies se divisaban ahora más luces.

           El pozo seguía ensanchándose. Estaba lleno de resplan‐

        decientes destellos, como llamas, pero que no eran llamas;




                                                                                                             199
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