Page 204 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
P. 204

un lado para otro, y las rocas resplandecían con un brillo


          entre fantasmal y agradable.

             Luego flotó suspendida encima de la cabeza del llamado

          Siddhartha, enviando hacia abajo sus vibrantes palabras.


             –No puedes imaginar mi placer al sentir de nuevo mis

          fuerzas en libertad. Me gustaría probar una vez más tu po‐


          der.

             El hombre debajo de él se encogió de hombros.

             La bola de fuego se condensó. Pareció encogerse, se hizo


          más brillante y lentamente descendió hasta el suelo.

             Se mantuvo allí, estremeciéndose, como un pétalo caído

          de una titánica flor; luego derivó lentamente cruzando el


          fondo del Pozo del Infierno y volvió a entrar en el nicho.

             –¿Estás satisfecho? –preguntó Siddhartha.


             –Sí –llegó la respuesta, al cabo de un tiempo–. Tu poder

          no ha menguado, Atador. Libérame otra vez.

             –Empiezo a cansarme de este juego, Taraka. Quizá sea


          mejor que te deje donde estás y busque ayuda en otra parte.

             –¡No! ¡Te di mi promesa! ¿Qué más quieres?

             –Quiero que no haya ninguna disputa entre nosotros. O


          me sirves sin reservas en este asunto, o no me sirves. Eso

          es todo. Elige, y actúa libremente... según tu palabra.

             –Muy bien. Libérame, y visitaré el Cielo sobre su mon‐


          taña de hielo y te informaré de sus debilidades.

             –¡Entonces ve!


             Esta vez, la llama emergió más lentamente. Osciló ante él,

          adoptó una forma vagamente humana.







          204
   199   200   201   202   203   204   205   206   207   208   209