Page 198 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Luego alzó la argolla y tiró hacia sí, con los músculos de


          sus hombros en tensión. La puerta se movió, lentamente al

          principio,  luego  con  mayor  rapidez.  Se  echó  a  un  lado

          mientras la hoja giraba hacia fuera, pasando más allá del


          reborde.

             Había otra argolla, gemela de la primera, en la superficie


          interior de la puerta. La tomó al paso, clavando sus talones

          en el suelo para frenar la puerta e impedir que se abriera

          más allá de su alcance.


             Una oleada de cálido aire brotó de la abertura a sus espal‐

          das.

             Cerró de nuevo la puerta tras él, e hizo una pausa única‐


          mente para encender una de las varias antorchas que lle‐

          vaba. Luego avanzó a lo largo de un corredor que se hacía


          más ancho a medida que se adentraba en él.

             El suelo se inclinó repentinamente hacia abajo, y tras un

          centenar de pasos el techo estaba tan alto que era invisible.


             Al cabo de doscientos pasos, se detuvo al borde del pozo.

             Se hallaba ahora en medio de una vasta oscuridad apenas

          alterada por las llamas de su antorcha. Las paredes habían


          desaparecido, salvo la que tenía a su espalda y a la derecha.

          El suelo terminaba a poca distancia ante él.

             Más allá de aquel reborde se abría lo que aparentemente


          era un pozo sin fondo. No podía ver el otro lado, pero sabía

          que tenía que ser de forma aproximadamente circular; y


          sabía también que su circunferencia se hacía mayor a me‐

          dida que descendía.







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