Page 209 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Sabía que él era ahora su propio destino.
Sabiendo que había sido finalmente atrapado por sí
mismo, rió fuertemente, cuando en realidad lo que deseaba
era gritar.
Cuando despertó de nuevo estaba caminando. Estaba su‐
biendo el retorcido sendero junto a la pared del Pozo del
Infierno.
Mientras caminaba, pasó junto a las llamas prisioneras.
Todas gritaron de nuevo mientras cruzaba por su lado: –
¡Liberadnos, oh amos!
Y lentamente, en el borde del témpano que era su mente,
hubo un ligero deshielo.
Amos.
Plural. No singular.
Amos, habían dicho.
Entonces supo que no caminaba solo.
Ninguna de las formas danzantes, parpadeantes, se mo‐
vía en la oscuridad a su alrededor, debajo de él.
Aquellos que estaban prisioneros seguían aún prisione‐
ros. Aquellos a los que había liberado habían desaparecido.
Ahora estaba subiendo la alta pared del Pozo del Infierno,
sin ninguna antorcha que iluminara su camino. Pero, pese
a ello, veía.
Veía cada accidente del sendero de roca, como iluminado
por la luz de la luna.
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