Page 216 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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yace agazapado un demonio capaz de responder a su pro‐
pia raza.
Luego, un día, luchó contra el poder que gobernaba su
cuerpo y ataba su mente. Se había recobrado en su mayor
parte, y coexistía con Taraka en todas sus acciones, tanto
como silencioso espectador que como activo participante.
Permanecían de pie en el balcón encima del jardín, con‐
templando el día Taraka, con un simple gesto, había vuelto
todas las flores negras. Criaturas reptilescas habían ido a
morar en los árboles y en los estanques, croando y desli‐
zándose entre las sombras. Los inciensos y perfumes que
llenaban el aire eran densos y pegajosos. Oscuros humos se
retorcían como serpientes junto al suelo.
Había habido tres intentos contra su vida. El capitán de
la guardia del palacio había sido el último en probar. Pero
su espada se había convertido en un reptil en su mano y le
había atacado al rostro, arrancándole los ojos y llenando
sus venas con un veneno que había hecho que su cuerpo se
ennegreciera e hinchara, hasta morir aullando por un vaso
de agua.
Siddhartha estudió la forma de actuar del demonio, y en
aquel momento atacó.
Su poder había crecido de nuevo, lentamente, desde
aquel día en el Pozo del Infierno cuando lo había esgrimido
por última vez. De una forma extrañamente independiente
del cerebro de su cuerpo, tal como Yama le había dicho una
vez, el poder giró como una lenta rueda de fuegos artificia‐
les en el centro del espacio que era él mismo.
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