Page 221 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–¿Qué me he buscado? ¿Cómo me has atado esta vez?
–¿Recuerdas cómo, mientras luchábamos en el balcón, te
burlaste de mí? Me dijiste que yo también hallaba placer
con el dolor que tú infligías. Estabas en lo cierto, porque
todos los hombres tienen en su interior tanto lo que es os‐
curo como lo que es luminoso. Un hombre está formado
por muchas divisiones, no es una llama pura y simple
como vosotros fuisteis una vez. Su intelecto lucha a me‐
nudo con sus emociones, su voluntad con sus deseos.....sus
ideas están reñidas con su entorno, y quien las sigue conoce
la pérdida de lo antiguo, pero si no las sigue, siente el dolor
de haber traicionado un sueño nuevo y noble. Cualquier
cosa que haga representa a la vez un logro y una pérdida,
una llegada y una partida. Siempre lamenta lo que se ha
ido y teme una parte de lo que es nuevo. La razón se opone
a la tradición. Las emociones se oponen a las restricciones
que sus semejantes imponen sobre él. De la fricción de estas
cosas surge siempre lo que tú llamaste burlonamente la
maldición del hombre..., ¡la culpa!
«Debes saber, pues, que mientras coexistimos en el
mismo cuerpo y compartimos nuestros caminos, no siem‐
pre a la fuerza, la senda que seguimos no fue una donde
todo el tráfico se moviera en la misma dirección. Cuando
retorcías mi voluntad para amoldarla a tu comporta‐
miento, tu voluntad resultaba también retorcida por mi re‐
vulsión hacia algunos de tus actos. Has aprendido la cul‐
pabilidad, y siempre arrojará su sombra sobre todo lo que
comas y bebas. Por eso tu placer se ha visto roto. Por eso
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