Page 30 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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No, era una risa, ¡gigantesca, inhumana!


             Al cabo de un momento llegó un aullido de rabia. Luego

          hubo otro relámpago, otro retumbar.

             Otra lengua de fuego osciló al lado del colmillo de piedra.


             Tak  permaneció  inmóvil  durante  casi  cinco  minutos.

          Luego ahí estaba de nuevo, el aullido, seguido por tres bri‐


          llantes destellos y el estrépito.

             Ahora había siete columnas de fuego.

             ¿Se atrevería a acercarse, eludiendo aquellas cosas, para


          espiar el pico con forma de colmillo desde el lado opuesto?

             Y si lo hacía, y si –como tenía la sensación–. Sam estaba

          implicado de alguna forma en ello, ¿qué bien podía hacer


          él si el Iluminado en persona no podía manejar la situa‐

          ción?


             No  halló  respuesta,  pero  se  descubrió  avanzando  de

          nuevo, agachado entre las empapadas hierbas, dando un

          amplio rodeo por la izquierda.


             Cuando estaba a medio camino ocurrió de nuevo, y diez

          de aquellas cosas se irguieron rojas y doradas y amarillas,

          derivando y girando, derivando y girando, como si sus ba‐


          ses estuviesen arraigadas al suelo.

             Se agazapó, empapado y tembloroso examino su valor, y

          descubrió que era realmente muy pequeño. Sin embargo,


          siguió avanzando hasta situarse paralelamente al extraño

          lugar, luego más allá.


             Se alzó a sus espaldas, y se halló en medio de varias gran‐

          des piedras. Agradecido por el abrigo y el refugio que le







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