Page 32 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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No estaba equivocado.
Cuando hubieron pasado el resplandor y el tumulto,
miró a una escena fantasmagóricamente iluminada. No se
molestó en contar. Era evidente que al menos unas cua‐
renta de aquellas cosas llameantes flotaban ahora en torno
al lugar arrojando su extraña luz: su número se había do‐
blado.
El ritual prosiguió. En la mano izquierda del Buda, el ani‐
llo de hierro resplandecía con una luz propia, pálida y ver‐
dosa.
Oyó repetir las palabras «Doble o nada», y oyó al Buda
decir una vez más «Los sagrados siete» como respuesta.
Esta vez tuvo la impresión de que la ladera de la montaña
se hendía bajo él. Esta vez pensó que el resplandor era una
imagen residual, tatuada en su retina a través de sus cerra‐
dos párpados. Pero estaba equivocado.
Cuando abrió los ojos fue para contemplar un auténtico
ejército de oscilantes rayos. Su resplandor apuñaló su cere‐
bro, y se cubrió los ojos para mirar hacia abajo.
–¿Y bien, Raltariki? –preguntó Sam, y una brillante luz
esmeralda jugueteó en su mano izquierda.
–Una vez más, Siddhartha. Doble o nada.
La lluvia se interrumpió por un momento y, al gran res‐
plandor de la hueste en la ladera, Tak vio que el llamado
Raltariki tenía la cabeza de un carabao y un par extra de
brazos.
Se estremeció.
Se tapó los ojos y los oídos y encajó los dientes, y aguardó.
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