Page 84 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Le gruñó sus indicaciones, tras examinarlo de pies a ca‐
beza con unos aterciopelados ojos castaños sorprendente‐
mente atractivos. Siguió esas indicaciones, adentrándose
por un zigzagueante callejón y bajando un tramo de esca‐
leras al aire libre pegadas a la pared de un edificio de cinco
pisos y que desembocaban en una puerta que daba al pasi‐
llo de un sótano. Dentro estaba húmedo y oscuro.
Llamó a la tercera puerta de la izquierda, y al cabo de un
tiempo la puerta se abrió.
El hombre del otro lado lo miró con fijeza.
–¿Sí?
–¿Puedo entrar? Es un asunto de una cierta urgencia...
El hombre dudó un momento, luego asintió secamente y
se echó a un lado.
El príncipe pasó por su lado y entró en el cuarto. Habla
una gran pieza de lona extendida en el suelo, ante el banco
donde se sentaba el hombre. Hizo una seña al príncipe in‐
dicándole la única otra silla que había en el cuarto.
Era bajo y de anchos hombros; su pelo era de un blanco
puro, y las pupilas de sus ojos mostraban el humoso inicio
de un proceso de cataratas. Sus manos eran oscuras y re‐
cias, con las articulaciones de los dedos como nudos.
–¿Sí? –repitió.
–Jan Olvegg –dijo el otro.
Los ojos del viejo se abrieron mucho, luego se cerraron
hasta quedar reducidos a rendijas. Sopesó unas tijeras en
su mano.
–Itʹs a long way to Tipperary –dijo el príncipe.
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