Page 482 - Hijos del dios binario - David B Gil
P. 482
probablemente, cuando partió hacia Madrid estaba
convencido de que se reencontraría con su mujer y
su hija un par de días después. Eso ya no sería
posible, así que empuñó el arma que ocultaba bajo
la americana, cerró los ojos y se la introdujo en la
boca.
Knocht se puso en pie para evitar que la sangre
o los sesos le salpicaran.
—Debería inclinar un poco más el cañón.
Créame, no querrá que la bala salga por la nuca sin
atravesar el cerebro.
El agente Blasco retiró el seguro y apretó aún
más los ojos, temiendo escuchar de un momento a
otro la detonación. Las lágrimas brotaban con
violencia y los espasmos del llanto podían hacer
saltar el arma en cualquier momento.
«A la mierda», y se sacó el cañón de la boca
para disparar a quemarropa contra aquel hijo de
puta. Fue un movimiento rápido y preciso, al
alcance solo de unas manos bien adiestradas, pero
estaba muy lejos de ser suficiente. Antes de que
llegara a levantar el cañón hasta el pecho del
hombre frente a él, este ya había basculado a un
lado y le había arrebatado el arma de las manos sin
ni siquiera darle la oportunidad de disparar al
vacío.
482

