Page 541 - Hijos del dios binario - David B Gil
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bajó  la  cabeza  y  vio  el  arma  a  sus  pies.  Con  una


           calma  que  le  resultaba  impropia,  se  agachó  para


           recogerla  y  la  empuñó  como  mejor  supo.  Era


           pesada,  extraordinariamente  pesada,  observó



           mientras  avanzaba  hacia  los  dos  adversarios  que


           forcejeaban en el suelo. Se detuvo frente a ellos, la


           espalda  de  su  cruel  torturador  completamente


           expuesta,  ignorante  de  que  la  muerte  se  cernía


           sobre  él  en  forma  de  torpe  venganza.  Con  la


           mirada  vacía,  Arturo  Girard  encañonó  a  Bastian


           Knocht,  apuntaba  a  la  espina  dorsal.  La  mujer



           debía  de  haberle  visto,  pero  o  bien  estaba


           demasiado  ocupada  intentando  mantenerse  con


           vida,  o  bien  no  quería  hacer  ningún  gesto  que


           pudiera  desvelar  su  presencia.  Sin  embargo,  en


           cierto  momento,  Girard  creyó  vislumbrar  en  los


           ojos  claros  de  ella  un  mudo  asentimiento,  el


           compromiso  tácito  de  asumir  la  culpa  de  aquel


           asesinato por la espalda.


                  Girard  nunca  antes  había  sujetado  un  arma.



           Tenía muy presente sus devastadores efectos, pues


           había  cubierto  noticias  de  sucesos  durante  años,


           pero  nunca,  quizás  precisamente  por  ello,  había


           fantaseado con sujetar una entre sus manos. Ahora


           lo hacía, apuntando a otro hombre, y sabía que lo


           único que debía hacer era presionar el gatillo. O al




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