Page 635 - Hijos del dios binario - David B Gil
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del mundo. Por miedo a interrumpirlo, y quizás
fascinada por descubrir en él tan insospechada
espiritualidad, Alicia se sentó en los escalones y,
abrazándose los pies descalzos, lo observó en
silencio. Su cuerpo exhibía un tono físico muy
alejado de la imagen de vividor que le gustaba
cultivar: músculos fuertes pero elásticos, una
complexión proporcionada, más delgada que
corpulenta; la respiración poderosa... Todo ello
hablaba de un cuerpo armónico, trabajado con
sabiduría, no del habitual hedonismo estético. Al
observarlo así, retirado dentro de sí mismo, Alicia
se planteó de nuevo que, quizás, se había dejado
engañar por una impostura bien elaborada.
—¿Has dormido bien? —preguntó el
observado, sin siquiera abrir los ojos.
Ella sintió que se ruborizaba, como alguien a
quien descubren espiando a través de una
cerradura.
—No quería interrumpirte —respondió con
tanta naturalidad como le fue posible—. Ya veo
que tú no te has dedicado a descansar —añadió, en
referencia al sudor que aún le empapaba la
camiseta.
—He bajado a correr al parque de la décima
planta. Cuando he vuelto y he visto que aún no
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