Page 638 - Hijos del dios binario - David B Gil
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que mostraban garzas blancas alzando el vuelo
sobre el lacado negro, llamaron poderosamente su
atención.
—¿Son de verdad? —preguntó con ingenua
curiosidad.
—Son espadas Muramasa —indicó él, como si
no fueran necesarias más explicaciones.
Ella se giró para observarlo con aire
interrogativo.
—Las Muramasa están consideradas las
mejores espadas jamás creadas. Son como un violín
Stradivarius, la sublimación de una técnica hasta
convertirla en arte.
Alicia volvió a contemplarlas con cierta
reticencia.
—Deben de tener un gran valor.
—Son una rareza. Cuando el primer shogún
Tokugawa alcanzó el poder, ordenó destruir todas
las armas forjadas por Sengo Muramasa y sus
descendientes, pues muchos miembros de su
familia habían sido muertos o heridos por ellas. Se
consideró que estaban malditas, y poseer una se
convirtió en motivo de traición, razón suficiente
para ser ejecutado.
—Toda una leyenda negra —constató Alicia—.
Seguro que eso aviva la imaginación de los
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