Page 636 - Hijos del dios binario - David B Gil
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estabas despierta, me he dedicado a estirar en
silencio. —Y poniéndose en pie, añadió—: Has
resultado ser toda una dormilona.
Daniel se aproximó al ventanal y graduó la
opacidad hasta hacerlo casi translúcido. A través
de la terraza podían verse las primeras luces
artificiales, que volvían a prender en los rascacielos
y las vías elevadas.
—¿Por qué no te preparas para salir? No
podemos hacer mucho hasta que se pongan en
contacto con nosotros y, sinceramente, creo que te
vendría bien tomarte un respiro. Conocer la
ciudad, cenar en un sitio tranquilo.
—¿Crees que es seguro? —preguntó ella,
protegiéndose del sol del atardecer con el dorso de
la mano.
—Hemos saltado a otro continente y Singapur
es lo más parecido a un ángulo ciego en la Red.
Creo que esta noche podemos tomárnosla con
calma.
La idea la sedujo, no solo por el hecho de
volver a sentirse dueña de su vida durante unas
horas, también porque le costaba recordar cuándo
fue la última vez que salió a cenar a solas con otro
adulto.
—Me gusta tu casa —observó con tono
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