Page 742 - Hijos del dios binario - David B Gil
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por  paredes  desnudas  y  tuberías  de  ventilación,


           hasta  que  se  detuvieron  frente  a  una  puerta  de


           grueso  metal.  El  hombre  la  abrió  y  le  dijo  que


           pasara al interior en penumbras. Ella obedeció con



           resquemor, a la espera de encontrarse con el dueño


           de la mansión, un hombre tan poderoso, al parecer,


           que  incluso  Fenris  debía  acatar  sus  normas.


           Cuando  la  puerta  se  cerró  a  su  espalda,  una  luz


           blanca iluminó lo que se desveló como un cubículo


           de hormigón con una silla de metal en el centro. De


           la pared colgaba una selecta colección de extraños



           aparatos  que  no  supo  si  identificar  como


           herramientas  de  tortura  o  juguetes  sexuales.  Las


           gotas  de  sangre  seca  en  el  suelo  tampoco


           consiguieron sacarla de dudas.


                  «¿Dónde  coño  te  has  metido,  Alicia?»,


           murmuró  para  sí,  y  su  primer  impulso  fue  el  de


           arrojarse sobre la puerta para intentar abrirla, pero


           sabía  que  sería  en  balde.  Sin  teléfono  no  tenía


           forma  de  contactar  con  el  exterior,  así  que  debió



           refugiarse  en  la  idea  de  que  aún  era  valiosa  para


           Fenris... A menos que... Y miró la banda de fibra de


           carbono  que  rodeaba  su  muñeca,  la  misma  en  la


           que guardaba los documentos que le enviara Will,


           la  misma  que  había  enlazado  esa  noche  con  el


           móvil  de  Daniel.  No  era  un  teléfono,  pero  tenía




                                                                                                            742
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