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En el Proyecto de Investigación que se presenta se asume, en una primera aproximación, que los
materiales curriculares son dispositivos que se utilizan en el diseño, desarrollo y evaluación del
currículum con el fin de comunicar contenidos y de favorecer y orientar procesos de enseñanza y de
aprendizaje (Peré Molina, Davís y Peiró, 2008).
En este sentido mencionado, los materiales curriculares son mediadores entre el contenido
curricular seleccionado y la práctica educativa, sirven para realizar actividades y transmiten valores
y conocimientos explícitos e implícitos. Para Devís (1998), éstos deben ser abiertos y flexibles de tal
forma que permitan a los profesores investigar en su contexto práctico concreto y poder así
completarlos y modificarlos a partir de la información las sugerencias que reciban.
El ejemplo tradicional de un material curricular es el libro de texto, entendido como prescripción
técnica que el profesor tiene que llevar a cabo quedando limitada su responsabilidad de reflexión y
planificación. En el ámbito universitario, es común que los docentes de las cátedras elaboren
materiales curriculares de autoría que responda fielmente al posicionamiento de las mismas
respecto a las disciplinas que imparten y que incluyen, de manera más exacta, los contenidos insertos
en los correspondientes programas analíticos sobre los que trabajan; surgen así, las comúnmente
denominadas “Notas de Cátedra”.
Ahora bien, los materiales curriculares no solo son depositarios de conocimientos que el
estudiante debe aprender y aprehender. Martínez Bonafé indica al respecto que “un material
curricular implica una teoría sobre la institución educativa” (1999: 117), es decir, un modo de
concebir el desarrollo del curriculum, el trabajo de los profesores y de los estudiantes en un contexto
particular. En éste se codifica la cultura curricular seleccionada y le da una forma pedagógica para su
transmisión.
Se sabe que no es posible establecer una vinculación directa y original entre los
conocimientos científicos y el aula, sino mediados por la trasposición didáctica (Chevallard, 1999).
La cultura científica requerida es interpretada y se convierte en “traducciones pedagógicas”. Ellas
introducen cambios, supresiones, añadidos, simplificaciones o a veces combinaciones. La relación
entre la lógica interna de una disciplina y la cultura curricular seleccionada se vinculan en los
materiales curriculares; más estrechamente y en el caso del ámbito universitario, en aquellos
producidos por las propias cátedras.
Es esta traducción pedagógica la que se vuelca en los materiales, donde se expresan valores
y decisiones en los que tensionan las características de los objetos disciplinares y las necesidades de
su comprensión y, las condiciones para generar la transferencia a los estudiantes con diferentes
grados de mediación pedagógica.
Actualmente el estudio de los materiales curriculares se convierte en una necesidad por parte
de las instituciones educativas para construir claves para su selección, análisis e interpretación que
permita dar cuenta de sus finalidades, las concepciones que subyacen, sus potencialidades didácticas
como así también ser concebidos como herramientas de ayuda a la tarea docente, siempre
susceptibles de mejora y ajuste a los requerimientos de la vida universitaria. Investigaciones
realizadas en diversos puntos de Iberoamérica, dan cuenta de esta necesidad: “¿Cómo analizar los
materiales?” (Jaume Martínez Bonafé, Valencia –España-, 1992); “El papel de los materiales
curriculares en la intervención educativa” (Juan Manuel Méndez Garrido, Huelva –España-, 2001);
“Evaluación de materiales curriculares de soporte informático para el aprendizaje de la matemática
básica universitaria” (María del Carmen Spengler y Luisina Egidi, Rosario –Argentina-, 2007);
“Consideraciones didácticas acerca de las líneas de investigación en materiales curriculares” (Gabriel
Travé González y Francisco Pozuelos Estrada, Huelva- España-, 2008); “¿Cómo evaluar los
materiales?” (Miguel Santos Guerra, Málaga –España-, 2011); “Instrumentos para evaluar materiales
curriculares escritos de Matemática” (Keelin Bustamante y Ana Duarte; Caracas –Venezuela, 2012);
“Análisis de herramientas para el diseño de materiales didácticos en carreras de ingeniería” (Romina
Ferrando y Silvina Suau, Santa Fé –Argentina-, 2014), solo por mencionar algunas de ellas. Esta
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