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En este sentido nos interesa particularmente analizar la situación de examen en la vida de las
instituciones educativas. Esta situación es vivida desde edades pequeñas, desde que comenzamos a
transitar la institución escolar, sin embargo y a pesar de la larga trayectoria y experiencia, no nos
prepara de mejor manera, quizás por el valor simbólico y por la fuerza en que se impone el poder en
la situación de examen produce los efectos en la subjetividad que dejan huellas indelebles.
El contexto actual y sus instituciones
Toda institución tiene una función socializadora, y a su vez implica el control social de sus
integrantes. El sistema educativo desde sus orígenes se va conformando como institución que
refuerza pautas, valores, modelos de pensamiento, sentimiento y acción, contribuyendo con otras
instituciones educativas como la familia, el taller, el club. Algunas de dichas instituciones se
transformaron y otras tienen un peso relativo, pues un porcentaje menor de la población hace uso de
ellas.
La institución educativa desde su función conservadora es un lugar que lo preparará para el
mundo, para el sistema económico.
Actualmente, entran en crisis las instituciones más valoradas socialmente como la familia y
el sistema educativo, por ser instituciones que albergan las contradicciones del sistema de una forma
dilemática.
Un sistema que solicita sujetos flexibles para acomodarse rápidamente a situaciones nuevas,
necesitaría instituciones flexibles, acordes a las nuevas tecnologías, a la incorporación del cuerpo
como instrumento de conocimiento, que sea capaz de resolver problemas prácticos.
Las instituciones están estalladas, con toda la violencia y la fuerza que implica un estallido.
Claramente esta afirmación apunta a una crisis profunda de dichas instituciones, que por su historia
y larga duración aparecen como un obstáculo para un mundo en el cual todo es vertiginoso y caduco:
los conocimientos, los trabajos, los vínculos sexuales, los roles e incluso los sentimientos.
Lo fugaz e instantáneo prima en el mundo donde los jóvenes para no tolerar el dolor que
produce este contexto, tienen a mano diversidad de respuestas: “…cuya presencia en la sangre o en
los tejidos nos proporciona directamente sensaciones placenteras, modificando además las
condiciones de nuestra sensibilidad, de manera tal que nos impiden percibir estímulos
desagradables” 229 . Esta afirmación nos lleva a indagar cual es el modelo que produce un malestar tal,
que se considera natural el uso de diferentes tipos de substancias para apaciguar el dolor existencial
que produce la vida en un alto porcentaje de nuestros jóvenes.
La primera idea que se nos ocurre es que además de estar en un contexto competitivo e
individualista, hay escasez de trabajo, escasez de oportunidades y, por lo tanto, aquello que era
significado como una posibilidad para las clases sometidas a relaciones de explotación hoy termina
siendo una nueva frustración: la educación universitaria hoy es desalentadora.
El mundo se presenta como amenazante ante la falta de proyectos, de la estancia en un lugar
seguro que a su vez contenga no sólo en lo económico sino también en lo vincular.
La institución educativa no puede aislarse de esta situación, como mediatizadora entre el
sujeto y la estructura social, también es producida y sufre las consecuencias de las condiciones
229 Freud, Sigmund (1930) Obras completas, “El malestar en la cultura”. Madrid. Biblioteca Nueva. 439

