Page 44 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei                               Gabri e l Berm údez Casti llo


            más,  los  salvajes  se  retiraron,  gruñendo,  recogieron

            ávidamente las mercancías, y abandonaron los frascos

            de mercurio a los robots de carga...»



               —Unos minutos más y ya estará cargado... ¿Te gusta

            el libro, chico?


               «Por  fin  conseguí  saber  para  que  querían  los

            estrógenos. ¡Los salvajes se los comían! «Comer» dijo


            el jefe y vació en su boca una de las cápsulas, entre las

            protestas de sus compañeros, que se veían privados de

            la golosina. Después, sin duda agradecido por el regalo


            que le hice, me mostró la utilización de los antibióticos

            y de las agujas hipodérmicas. Al parecer, residuos de

            memoria ancestral hacían que dieran a los antibióticos


            y  a  otros  fármacos  un  valor  mágico.  Los  usos  eran

            diversos,  pero  siempre  rituales,  bien  ingiriéndolos,


            utilizándolos para frotar las partes sexuales («Fuerza»

            explicaba  el  Jefe)  e  incluso  para  realizar  tatuajes  o

            heridas  y  embeberlos  en  un  caldo  formado  por


            pequeños animales, medicinas de diversas clases, uñas

            de  mamíferos,  etc.,  todo  ello  cocido  en  una  sucia


            caldera, sobre un fuego de boñiga. Lo curioso era que

            distinguían  perfectamente  unos  de  otros,  por  la

            etiqueta, sin saber leer, e incluso por el sabor. Si no, lo


            mismo  hubiese  dado  suministrarles  azúcar...  «Son

            unos  bestias»  —dijo  el  Piloto—.  «Pero  no  intentes

            darles  un  frasco  de  Estelatrina  en  vez  de  uno  de


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