Page 45 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei                               Gabri e l Berm údez Casti llo


            Bellodon...              Los          muy            cerdos            los        conocen

            perfectamente...  Y  cada  frasco  lo  usan  para  una

            cochinada  distinta,  profesor.  A  las  mujeres,  cuando


            están en celo...»


               Un  empellón  sacó  a  Sergio  de  la  lectura.  Sintió  un

            nudo helado en el vientre. Ante él, el guardia, con los


            brazos cruzados, esperaba. Algo zumbaba suavemente

            en el interior de la negra navecilla. La compuerta del

            fondo  estaba  abierta,  revelando  las  paredes  de  un


            bruñido  tubo  metálico,  del  mismo  diámetro  que  la

            nave.


               —Ya —dijo el Oficial Hutz—. Levántate... ¡vamos!


               —No te creas que voy a suplicar —contestó Sergio,


            poniéndose en pie—. No te voy a pedir clemencia.


               —Me da lo mismo... ¡Acércate!


               Un  nuevo  empujón  situó  a  Sergio  cerca  de  la

            navecilla. Una estrecha compuerta se había abierto en


            el  casco,  cerca  de  la  punta,  revelando  un  asiento

            almohadillado con correas de seguridad y un tablero

            de mandos, en el que lucía una solitaria lucecilla verde,


            indicando que los motores estaban en marcha.


               —No  hay  más  que  tres  controles  —dijo  el  Oficial

            Huntz—.  Uno  de  ellos  pone  en  marcha  y  para  la


            energía.  Puedes  no  ponerla  en  marcha,  nunca,  y

            morirte de hambre ahí fuera o usarla, a tu gusto. Es ese


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