Page 83 - El alquimista
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-Quiero quedarme en el oasis -repuso el muchacho-. Ya encontré
                                       a Fátima. Y ella, para mí, vale más que el tesoro.
                                          -Fátima es una mujer del desierto -dijo el Alquimista-. Sabe que los
                                       hombres deben partir para poder volver. Ella ya encontró su tesoro: tú.
                                       Ahora espera que tú encuentres lo que buscas.
                                          -¿Y si decido quedarme?
                                          -Serás el Consejero del Oasis. Tienes oro suficiente como para
                                       comprar muchas ovejas y muchos camellos. Te casarás con Fátima y
                                       viviréis felices el primer año. Aprenderás a amar el desierto y conocerás
                                       cada una de las cincuenta mil palmeras. Verás cómo crecen, mostran-
                                       do un mundo siempre cambiante. Y entenderás cada vez más las
                                       señales, porque el desierto es el mejor de todos los maestros.
                                          »El segundo año te empezarás a acordar de que existe un tesoro. Las
                                       señales   empezarán a hablarte insistentemente sobre ello, y tú intenta-
                                       rás ignorarlas. Dedicarás todos tus conocimientos al bienestar del oasis
                                       y de sus habitantes. Los jefes tribales te quedarán agradecidos por
                                       ello.Y tus camellos te aportarán riqueza y poder.
                                          »Al tercer año, las señales continuarán hablando de tu tesoro y tu
                                       Leyenda Personal. Pasarás noches enteras andando por el oasis, y
                                       Fátima será una mujer triste, porque ella fue la que interrumpió tu
                                       camino. Pero tú le darás amor, y ella te corresponderá. Tú recordarás
                                       que ella jamás te pidió que te quedaras, porque una mujer del desierto
                                       sabe esperar a su hombre. Por eso no puedes culparla. Pero andarás
                                       muchas noches por las arenas del desierto y paseando entre las
                                       palmeras, pensando que tal vez pudiste haber seguido adelante y haber
                                       confiado más en tu amor por Fátima. Porque lo que te retuvo en el
                                       oasis fue tu propio miedo a no volver nunca. Y, a estas alturas, las
                                       señales te indicarán que tu tesoro está enterrado para siempre.
                                          »El cuarto año, las señales te abandonarán, porque tú no quisiste
                                       oírlas. Los Jefes Tribales lo sabrán, y serás destituido del Consejo.
                                       Entonces serás un rico comerciante con muchos camellos y muchas
                                       mercancías. Pero pasarás el resto de tus días vagando entre las palmeras
                                       y el desierto, sabiendo que no cumpliste con tu Leyenda Personal y
                                       que ya es demasiado tarde para ello.
                                          »Sin comprender jamás que el Amor nunca impide a un hombre
                                       seguir su Leyenda Personal. Cuando esto sucede, es porque no era el
                                       verdadero Amor, aquel que habla el Lenguaje del Mundo.
                                          El Alquimista deshizo el círculo en el suelo, y la serpiente corrió
                                       y desapareció entre las piedras. El muchacho se acordaba del mercader


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