Page 98 - El alquimista
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-En algún punto guardas a la persona que amo -dijo el muchacho-.
Entonces, cuando miro a tus arenas, también la veo a ella. Quiero
volver junto a ella, y necesito tu ayuda para transformarme en viento.
-¿Qué es el amor? -preguntó el desierto.
-El amor es cuando el halcón vuela sobre tus arenas. Porque para
él, tú eres un campo verde, y él nunca volvió sin caza. Él conoce tus
rocas, tus dunas y tus montañas, y tú eres generoso con él.
-El pico del halcón arranca pedazos de mí -dijo el desierto-.
Durante años yo crío su caza, la alimento con la escasa agua que tengo,
le muestro dónde está la comida. Y un día, justamente cuando yo
empezaba a sentir el cariño de la caza sobre mis arenas, el halcón baja
del cielo y se lleva lo que yo crié.
-Pero tú criaste la caza precisamente para eso -respondió el
muchacho-. Para alimentar al halcón.
Y el halcón alimentará al hombre. Y el hombre entonces alimentará
un día tus arenas, de donde volverá a surgir la caza. Así se mueve el
mundo.
-¿Y eso es el amor?
-Sí, eso es el amor. Es lo que hace que la caza se transforme en
halcón, el halcón en hombre y el hombre de nuevo en desierto. Es esto
lo que hace que el plomo se transforme en oro, y que el oro vuelva a
esconderse bajo la tierra.
-No entiendo tus palabras -dijo el desierto.
-Entonces entiende que en algún lugar de tus arenas, una mujer me
espera. Y para poder regresar con ella, tengo que transformarme en
viento.
El desierto guardó silencio durante unos instantes.
-Yo te ofrezco mis arenas para que el viento pueda soplar. Pero yo
solo no puedo hacer nada. Pide ayuda al viento.
Una pequeña brisa comenzó a soplar. Los comandantes oían al
muchacho a lo lejos, hablando un lenguaje que desconocían.
El Alquimista sonreía.
El viento se acercó al muchacho y tocó su rostro. Había escuchado
su conversación con el desierto, porque los vientos siempre lo oyen
todo. Recorrían el mundo sin un lugar donde nacer y sin un lugar
donde morir.
-Ayúdame -le pidió el muchacho al viento-. Un día escuché en ti
la voz de mi amada.
-¿Quién te enseñó a hablar el lenguaje del desierto y del viento?
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