Page 16 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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hora seréis amigos. Su bota de Valdepeñas vale tu jarro de «Old Sack»
y cuando te describa los encantos de Dulcinea, sonreirás con fatuidad
pensando en que Mistress Quickly no era mal en su tiempo.
Duerme, que los hombres conservan tu memoria y repiten tu
frase famosa con una ligera variante: «Si desde que el viejo Jack dejó
de existir, no ha desaparecido la alegría, la verdadera alegría sobre la
tierra, consiento en ser un arenque ahumado!»
V
Una palabra de la traducción. No creo difícil, para el que tiene
un poco de hábito de la pluma y sabe manejar su lengua
medianamente, hacer variaciones sobre un texto, cuando éste, como el
de Shakespeare, se presenta repleto de ideas, generalmente dura y
sucintamente indicadas. Con diluirlas en una prosa fácil, más o menos
elegante, según los recursos del traductor, puede llegarse hasta la
ilusión de una obra personal. Es eso lo que encuentro detestable en
casi todas las traducciones de Shakespeare que conozco; se dice que
una, la de Schlegel, es admirable, no solo por la fidelidad, sino por el
vigor de reproducción. No poseo bastante el alemán para apreciaría.
Entre las españolas hay algunas buenas y la de Carcano, en italiano,
es excelente. Pero las francesas que conozco (Letourneur, Michel,
Hugo, Guizot, Montégut), con notable diferencia de valor entre ellas,
tienen el defecto de ser blandas por decir así. Ninguna me da la
sensación shakespeariana, ninguna en la frase equivalente, prosa o
verso, se acerca al golpe seco del poeta inglés, al latigazo del verbo,
empleado con una adivinación instintiva para levantar la imagen
buscada. Se me dirá que es el defecto de todas las traducciones;
convengo, pero nunca más sensible y chocante que en este caso. Y no
es que falten siempre los elementos de reproducción, los equivalentes;
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