Page 173 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               yo nos vimos compelidos a besarnos);  el tiempo vendrá,  continuó, el
               tiempo vendrá en que este crimen odioso, formando absceso,
               reventará en corrupción! Y siguió hablando, profetizando los sucesos
               de esta época, y la ruptura de nuestra amistad.
               WARWICK.- Se encuentra siempre en la vida de los hombres algún
               acontecimiento que representa el estado de los tiempos extinguidos;
               observándolo, un hombre puede predecir, casi sin errar, los
               principales azares de las cosas, que aun no han venido a la vida y que,
               en su germen y débil comienzo, yacen atesorados. Esas cosas son el
               huevo y la progenie del porvenir. Así por la formación necesaria de
               éstas, el rey Ricardo ha podido crear un perfecto vaticinio de que el
               gran Northumberland, falso entonces para con él, llegaría, por esa
               semilla, a una traición mayor, que no encontraría terreno para
               arraigarse sino en vuestro daño.
               REY ENRIQUE.- Esas cosas, entonces, son necesidades? Vengan,
               pues, como tales! Y es la misma palabra que nos apura en este
               momento: se dice que el Obispo y Northumberland disponen  de
               cincuenta mil hombres.
               WARWICK.- No puede ser, milord. El rumor, semejante a la voz y al
               eco, dobla el número de los que se temen. Quiera Vuestra Gracia
               acostarse. Por mi vida, milord, las fuerzas que ya habéis enviado,
               conseguirán esa victoria bien fácilmente. Para tranquilizaros más aún,
               he recibido un informe fidedigno de que Glendower ha muerto.
               Vuestra Majestad ha estado indispuesto desde hace dos semanas y esta
               vigilia inusitada agravará forzosamente vuestro mal.
               REY ENRIQUE.- Seguiré vuestro consejo. Cuando no tengamos entre
               manos estas querellas intestinas, amigos queridos, partiremos a Tierra
               Santa. (Salen)








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