Page 188 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               William Shakespeare                    donde los libros son gratis

               MOWBRAY.- Pero nos ha obligado a imponerle esa oferta, que la
               política sugiere, no el amor.
               WESTMORELAND.- Mowbray, la miráis muy presuntuosamente.
               Esta oferta nace de la clemencia, no del temor. Porque, mirad! ahí
               tenéis nuestro ejército a la vista.  Os afirmo bajo mi honor que todos
               tienen demasiada confianza para dar cabida a un pensamiento de
               temor. Nuestras filas cuentan con mayor número de nombres ilustres
               que las vuestras, nuestros soldados son más hábiles en el manejo de
               las armas, nuestras armaduras son tan fuertes y nuestra causa la
               mejor; así, la razón impone que nuestros corazones sean tan valientes,
               No digáis pues que nuestra oferta es una imposición.
               MOWBRAY.- Bien; en mi opinión, no debemos admitir conferencias.
               WESTMORELAND.- Eso solo prueba la confusión que os causa
               vuestra ofensa; una conciencia intranquila no admite examen.
               HASTINGS.- Tiene el príncipe Juan plenos poderes, tan amplios
               como la autoridad misma de su padre, para oírnos y determinar en
               absoluto las condiciones del arreglo?
               WESTMORELAND.- Eso está comprendido en su título de general;
               me sorprende que hagáis tan frívola pregunta.
               ARZOBISPO.- Tomad, pues, esta cédula, milord de Westmoreland;
               ella contiene nuestras quejas generales. Que cada uno de sus artículos
               reciba reparación; que todos los miembros de nuestra causa, aquí y
               fuera de aquí, comprometidos en este asunto, sean amnistiados en
               positiva y debida forma; que la ejecución inmediata de nuestras
               voluntades, en lo que a nuestros propósitos se refiere, sea consignada.
               Entonces volveremos a los límites de la obediencia y enlazaremos
               nuestras fuerzas al brazo de la paz.
               WESTMORELAND.- Mostraré esto al general. Si queréis, milords,
               nos reuniremos a la vista de nuestros ejércitos y allí, si Dios quiere,
               concluiremos en paz o, sobre el terreno mismo de nuestra discordia,
               apelaremos a las armas que deben decidirla.
               ARZOBISPO.- Así lo haremos, milord.

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