Page 191 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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ESCENA II
Otra parte de la selva.
(Entran, de un lado, Mowbray, el Arzobispo, Hastings y otros; del
otro, el Príncipe Juan de Lancaster, Westmoreland y oficiales de su
séquito.)
PRÍNCIPE JUAN.- Bien venido, primo Mowbray. Buen día, gentil
lord Arzobispo y también a vos, lord Hastings y a todos vosotros.
Milord de York, erais más grato a la vista cuando vuestro rebaño,
reunido por la campana, hacía círculo a vuestro alrededor para oír con
reverencia vuestra exposición sobre el sagrado texto, que ahora que os
vemos aquí como un hombre de hierro, animando multitud de rebeldes
con el ruido del tambor, cambiando la palabra por la espada y la vida
por la muerte. El hombre que ocupa el corazón de un monarca y que
madura bajo el sol de sus favores, por ligeramente que abuse de la
confianza real, cuántas desventuras, ay! puede causar a la sombra de
tal grandeza! Así ha sido con vos, lord obispo. Quién no oyó hablar
del alto puesto que teníais en los libros de Dios? Erais, para nosotros,
el que presidía su parlamento, la imaginada voz de Dios mismo, el
verdadero abridor, el intermediario entre la gracia, las santidades del
cielo y nuestros rudos trabajos. Oh! Quién no pensará que abusáis de
la reverencia de vuestras funciones, empleando la confianza y la
gracia del cielo, como un falso favorito hace con el nombre de su
príncipe, en actos deshonrosos? Habéis sublevado, con la mentida
consagración de Dios, los súbditos de su representante, mi padre; y es
a la vez, contra la paz del cielo y contra él, que los habéis amotinado.
ARZOBISPO.- Mi buen lord de Lancaster, no me encuentro aquí
contra la paz de vuestro padre; pero, como lo he dicho a milord de
Westmoreland, es el desorden de los tiempos y el sentimiento general
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