Page 47 - A orillas del río Piedra me senté y lloré
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«Uno de los rostros de Dios es un rostro de mujer.»
Lo miré a la cara. Sus ojos brillaban, y miraban fijos la niebla que tenía-
mos delante. Vi que no necesitaba insistir para que continuase.
— Ella está presente en el primer capítulo de la Biblia, cuando el espíritu
de Dios se mueve sobre las aguas y Él las coloca por debajo y por encima de
las estrellas. Es el matrimonio místico de la Tierra con el Cielo.
»Ella está presente en el último capítulo de la Biblia, cuando
El Espíritu y la Novia dicen: « ¡Ven!»
Y el que oiga, diga: «¡Ven!»
Y el que tenga sed, que se acerque,
y el que quiera, reciba gratis agua de vida.
— ¿Por qué el símbolo del rostro femenino de Dios es el agua?
— No lo sé. Pero ella generalmente escoge este medio para manifestar-
se. Tal vez porque es la fuente de la vida; se nos genera por medio del agua, y
permanecemos en ella durante nueve meses.
»El agua es el símbolo del Poder de la mujer, el poder al que ningún
hombre, por iluminado o perfecto que sea, puede aspirar.
Hace una pausa, y luego retoma la conversación.
— En cada religión, y en cada tradición, Ella se manifiesta de una mane-
ra diferente, pero siempre se manifiesta. Como soy católico, logro vislumbrarla
cuando estoy delante de la Virgen María.
Me coge de la mano y en menos de cinco minutos salimos de Saint-
Savin. Pasamos por delante de una columna que hay en la carretera, con algo
extraño encima: una cruz, y la imagen de la Virgen en el sitio donde debería
estar Jesucristo. Me acuerdo de sus palabras, y me sorprende la coincidencia.

