Page 79 - A orillas del río Piedra me senté y lloré
P. 79
— No tengo más que un jersey —dijo él cuando llegamos a la habita-
ción—. Puedes usarlo. Mañana compraré otro para mí.
— Pongamos la ropa sobre el radiador. Mañana estará seca —
respondí—. De todos modos, todavía tengo la blusa que lavé ayer.
Por unos instantes nadie dijo nada.
Ropas. Desnudez. Frío.
Él finalmente sacó de entre sus ropas otra camiseta.
— Esto te servirá para dormir ——dijo.
— Claro —respondí.
Apagué la luz. En la oscuridad, me quité la ropa mojada, la extendí sobre
el radiador e hice girar el botón hasta el máximo.
La claridad del farol allá fuera bastaba para que él pudiese ver mi silueta,
saber que estaba desnuda. Me puse la camiseta y me metí debajo de las man-
tas de mi cama.
— Te amo —le oí decir.
— Estoy aprendiendo a amarte respondí.
Él encendió un cigarrillo.
— ¿Crees que llegará el momento ideal? —preguntó.
Yo sabía de qué hablaba. Me levanté y fui a sentarme en el borde de su
cama.
La brasa del cigarrillo le iluminaba el rostro de vez en cuando. Me apretó
la mano y estuvimos así unos instantes. Después le acaricié los cabellos.
— No deberías preguntar —respondí ——. El amor no hace muchas
preguntas, porque si empezamos a pensar empezamos a tener miedo. Es un
miedo inexplicable, y no vale la pena intentar traducirlo en palabras.
»Puede ser el miedo al desprecio, a no ser aceptada, a quebrar el en-
canto. Parece ridículo, pero es así. Por eso no se pregunta: se actúa. Como tú
mismo has dicho tantas veces, se corren los riesgos.
— Lo sé. Nunca había preguntado.
— Ya tienes mi corazón —respondí, fingiendo no haber oído sus pala-
bras—. Mañana puedes partir, y recordaremos siempre el milagro de estos dí-
as; el amor romántico, la posibilidad, el sueño.
»Pero creo que Dios, en Su infinita sabiduría, escondió el Infierno dentro
del Paraíso. Para que estuviésemos siempre atentos. Para no dejarnos olvidar
la columna del Rigor mientras vivimos la alegría de la Misericordia.
Las manos de él tocaron con más fuerza mis cabellos.
— Aprendes rápido —dijo.

