Page 22 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
P. 22

secreto, y ahora, adiós; no querría que mi padre me viese hablar
                             contigo.
                             LAUNCELOT.-  ¡Adiós! Mis lágrimas hablan por mi lengua. ¡Encantadora
                             pagana! ¡Deliciosa judía! Si algún cristiano no hace alguna fechoría
                             y te consigue, mucho me equivocaré. Pero adiós, que estas necias
                             lágrimas ahogan un poco mi valor varonil.
                             JESSICA.-  Adiós, mi buen Launcelot.  (Sale LAUNCELOT.)  ¡Ay, qué
                             aborrecible pecado cometo al avergonzarme de ser hija de mi padre!
                             Pero, aunque soy su hija por la sangre, no lo soy por el carácter.
                             ¡Oh, Lorenzo! Si mantienes tu promesa, haré cesar la lucha,
                             convirtiéndome en cristiana y tu amante esposa. (Sale.)



                             Escena IV




                             Venecia. -Una calle.



                             Entran GRACIANO, LORENZO, SALANIO y SALARINO.

                             LORENZO.-  Eso es, nos escaparemos a la hora de cenar, nos
                             disfrazaremos en mi casa y estaremos todos de regreso al cabo de una
                             hora.
                             GRACIANO.-  No hemos hecho bien nuestros preparativos.
                             SALARINO.-  Ni apalabrado todavía a los hacheros.
                             SALANIO.-  Eso es de poca monta, como no esté muy bien dispuesto, y,
                             a mi juicio, vale más no ocuparse de ello.
                             LORENZO.-  No son ahora más que las cuatro. Tenemos dos horas para
                             prepararnos.

                             (Entra LAUNCELOT con una carta.)

                             Amigo Launcelot, ¿qué noticias hay?
                             LAUNCELOT.-  Si os gustara romper esto, puede que llegarais a
                             saberlo.
                             LORENZO.-  Conozco la mano; por mi fe, que es una bella mano, y una
                             bella mano más blanca que el papel sobre el que ha escrito.
                             GRACIANO.-  De seguro, noticias de amor.
                             LAUNCELOT.-  Con vuestro permiso, señor...
                             LORENZO.-  ¿Dónde vas ahora?
                             LAUNCELOT.-  ¡Pardiez! Señor, a avisar a mi viejo amo el judío que
                             venga a cenar esta noche con mi nuevo dueño el cristiano.
                             LORENZO.-  Espera un poco, toma esto; di a la encantadora Jessica
                             que no la faltaré; díselo en secreto, anda.  (Sale LAUNCELOT.)
                             Señores, ¿queréis hacer los preparativos para la mascarada de esta
   17   18   19   20   21   22   23   24   25   26   27