Page 455 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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saber de ellos y se daba por hecho que estaban


              enfermos  o  muertos,  y  ya  solo  quedaban  los


              últimos  presentadores  y  los  corresponsales


              colocaban las cámaras en trípodes para grabarse


              a sí mismos en crónicas cada vez más frenéticas.


              Y  al  final,  quedaban  interrumpidas  por  el  caos.


              Me  acordé  de  ellos.  Porque  al  final  no  les


              quedaba  otra                       cosa  que                   hacer:           informar



              valientemente,  como  la  orquesta  que  toca  en  la


              cubierta  del  barco  que  se  hunde.  Era  aquello  o


              marcharse a casa a morir.




                     Fue  por  aquel  entonces  cuando  Cima  y  el


              Abuelo  decidieron  marcharse  del  rancho  y


              cargaron                el        remolque                 para           ganado               y


              engancharon detrás otro para el quad, y cogieron


              la  autopista  en  medio  de  la  noche,  con  una



              docena  de  vacas,  otras  tantas  ovejas,  dos


              caballos  de  monta,  dos  ovejeros  australianos  y


              provisiones.




                     Y  en  los  veinticinco  kilómetros  que  los


              separaban  de  la  carretera  del  cañón  el  Abuelo


              salió  por  las  malas  de  tres  emboscadas  con


              barricadas,  y  en  los  bosques  de  cedros  de  las


              colinas  les  disparó  a  tres  putos  pirados,


              obstáculos todos ellos con los que ya contaba y






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