Page 456 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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que  no  le  costó  mucho  superar  con  sus  armas;


              pero se cargaron a uno de los caballos y a dos de


              las ovejas que iban en el remolque, y así era más


              difícil  imaginar  que  llevaban  el  rebaño  a  los


              pastos  de  verano  como  en  cualquier  mañana


              normal  de  principios  de  mayo.  Recorrieron  los


              diecinueve kilómetros hasta el cañón, él a caballo


              y  ella  conduciendo  el  quad,  que  llevaba  un



              pequeño  remolque  cargado  de  herramientas  y


              suministros.  Ella  habría  preferido  montar,  no  se


              sentía  cómoda  en  los  quads,  pero  él  era  un


              maestro guiando el ganado a caballo y, además,


              los  perros  estaban  acostumbrados  a  que  él  les


              diera órdenes desde la silla.




                     A la mañana siguiente desanduvieron el curso


              del arroyo y el Abuelo voló con dinamita el único



              vado  que  lo  atravesaba,  con  lo  que  dejó  el


              camino  impracticable,  salvo  a  pie  o  a  caballo,  y


              solo con el caudal bajo.




                     Borraron sus huellas lo mejor que pudieron y


              las  destruyeron  a  conciencia  en  los  tres  últimos


              kilómetros de la pista antes de dejarla para bajar


              por el sendero del cañón. Les llevó todo el día. Y


              dos  días  después,  gracias  a  Dios,  se  puso  a


              diluviar.






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