Page 453 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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tenían raíces profundas y marcaban las vías
públicas con rayas y puntos de un verde violento,
como una especie de código Morse.
Las copas de los álamos aún daban sombra a
los parques situados a la orilla del río, algunos de
los más grandes y viejos apenas sobrevivían a la
sequía, medio muertos, todavía revestidos de
hojas por un lado. Y el fuego. Ni un solo rincón de
la ciudad seguía intacto. Como si hubiera sido el
fuego y no la gripe lo que había asolado la
ciudad. Daba la impresión de que todos los
coches habían quedado calcinados: aparcados
en fila en calles secundarias, en los
aparcamientos de los centros comerciales, en las
autopistas, donde formaban un amasijo tan
caótico que parecían palillos de mikado arrojados
por un gigante. Había barrios enteros quemados
hasta los cimientos. Otros parecía que los
hubieran derretido para luego dejarlos enfriar,
como un chef al glasear una crème brûlée. El olor
dulce y negro de las brasas me impregnaba las
fosas nasales, aunque no estoy seguro de si nos
llegaba el olor de la ciudad, a mil pies por debajo
de nosotros, o era aquella visión la que lo
producía. Y así como había árboles esqueléticos,
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