Page 107 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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de algún modo con la industria del espectáculo; no sólo los
actores, sino también los tramoyistas, taquilleros, mujeres
de limpieza. Toda la gente relacionada con el deporte pro‐
fesional. Todos los comprendidos en la industria del cine.
Todos los que trabajaban en la radio y la televisión, excepto
unos cuantos técnicos para hacer funcionar las emisores y
proyectar antiguas películas o emitir obras grabadas en
cinta magnetofónica; y unos pocos, muy pocos, locutores y
comentaristas. Todos los músicos, para baile u orquesta.
Nadie había pensado nunca en cuántos millones de per‐
sonas se ganaban la vida, directa o indirectamente, con el
deporte o el espectáculo. Al menos hasta que todos perdie‐
ron el empleo a la vez.
Y la caída casi hasta cero de los valores de las empresas
de espectáculos había iniciado el derrumbe de la Bolsa.
La depresión se había convertido en una pirámide, que
aún seguía alzándose. La producción de automóviles
quedó reducida a un 87% menos, comparada con el mismo
mes del año anterior. Ni siquiera los que tenían empleo y
dinero compraban coches nuevos. La gente se quedaba en
casa. ¿Adónde podían ir? Desde luego algunos aún tenían
el coche para ir y volver del trabajo, pero para eso el viejo
cacharro era más que suficiente. ¿Quién sería lo bastante
tonto para comprar un coche nuevo en medio de aquella
depresión, y especialmente con el mercado de vehículos de
ocasión atestado de coches casi nuevos que mucha gente se
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