Page 110 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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alabanzas al difunto cuando se apartaban de la exacta ver‐
dad sobre sus virtudes o silenciaban sus vicios. Ya sea por
anteriores observaciones, por escuchar detrás de las puer‐
tas o por haber leído cartas o diarios personales, los mar‐
cianos presentes en los funerales siempre parecían ser ca‐
paces de descubrir cualquier desviación de la estricta ver‐
dad en las alabanzas de los concurrentes. Ni siquiera eran
seguros los funerales cuando se creía que el difunto había
llevado una vida verdaderamente ejemplar; muchas veces,
los concurrentes aprendían cosas sobre él que les dejaban
boquiabiertos.)
Las farmacias tenían un negocio fabuloso en la venta de
aspirinas, sedantes y tapones para los oídos.
Pero el mayor auge se percibía en la industria en que uno
esperaba encontrarlo, en la industria de bebidas alcohóli‐
cas.
Desde tiempos inmemoriales, el alcohol ha sido la vál‐
vula de escape para las vicisitudes diarias del hombre.
Ahora la vida del hombre contenía verdes vicisitudes mil
veces peores de lo que habían sido nunca. Ahora, real‐
mente, había algo de lo que huir.
La mayor parte de la bebida se consumía en los hogares,
pero los bares aún seguían abiertos, y estaban llenos por las
tardes y atestados por las noches. En la mayoría, los espejos
de las estanterías estaban rotos como consecuencia de los
vasos, botellas y ceniceros que el público tiraba a los mar‐
cianos, y los vidrios nuevos no habían sido reemplazados
porque no tardarían en volver a romperse.
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