Page 114 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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al gobierno para seguir comiendo. Probablemente, sería
menos desagradable con un terrible dolor de cabeza.
Por tanto, convencido de que no podía ocurrirle ningún
milagro, había ido a La Linterna Amarilla, donde el mila‐
gro le esperaba.
Se hallaba de pie ante el mostrador, con su vaso –el
cuarto– delante de él, y bien sujeto en la mano. Aún le que‐
daba dinero para unos cuantos más; en el bolsillo, desde
luego; uno no deja dinero encima del mostrador de un bar
lleno de gente y se queda allí con los ojos cerrados. Bebió
otro trago.
Sintió una mano sobre el hombro y una voz que gritaba:
«¡Luke!», muy cerca de su oído. El grito podía ser de un
marciano, pero la mano no. Sin duda era alguien que le co‐
nocía, precisamente aquella noche que quería emborra‐
charse solo. Maldición. Bien, ya vería la forma de quitarse
al tipo de encima.
Abrió los ojos y se volvió. Era Carter Benson, sonriendo
alegre. Carter Benson, el mismo que le había prestado las
llaves de su cabaña en el desierto, cerca de Indio, donde,
hacía ya un par de meses, había intentado empezar aquella
novela de ciencia ficción que nunca empezó y que ahora
nunca terminaría.
Carter Benson, un buen tipo, pero con un aspecto tan
próspero como siempre y probablemente lleno de dinero
en el bolsillo; que se fuera al diablo. En cualquier otra oca‐
sión, bien, pero esa noche Luke no quería la compañía de
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