Page 113 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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había vuelto a beber. Había vivido como un monje y traba‐
jado como un castor siempre que encontró algo en qué tra‐
bajar.
Durante siete semanas su orgullo le había sostenido. (El
mismo orgullo que le había impedido telefonear a Margie
de nuevo como le prometió aquella noche. Deseó hacerlo
muchas veces, pero Margie tenía un empleo, y no quería
verla ni hablar con ella hasta que él también tuviera uno.)
Sin embargo, esa noche, después del décimo consecutivo
y descorazonador día (once días atrás había ganado tres
dólares ayudando a un hombre en una mudanza), y des‐
pués de pagar una frugal comida de buñuelos resecos y sal‐
chichas frías para comer en su habitación, había contado el
resto de su capital, que ascendía exactamente a seis dólares.
De modo que había decidido que todo se fuese al diablo.
A menos que ocurriese un milagro, y Luke no creía que pu‐
diera sucederle tal cosa, tendría que declararse vencido y
buscar el subsidio estatal dentro de un par de días. No obs‐
tante, si decidía ir al subsidio al día siguiente, aún le que‐
daba lo suficiente para tomar unas copas. Después de siete
semanas de abstinencia total y con el estómago medio va‐
cío, los seis dólares eran bastante para emborracharse aun‐
que los gastara en un bar. Y si no le gustaba el bar, podía
gastar parte de ellos allí y el resto en una botella para lle‐
vársela a la habitación. En cualquier caso se despertaría con
un terrible dolor de cabeza, pero con los bolsillos vacíos y
una conciencia tranquila respecto a la necesidad de recurrir
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